Hace unas horas me informaron que te fuiste a patear a otro potrero. Albañil, muchacho de Pueblo, referente, amigo y gran “memorioso” de la historia de nuestro Club.
Tu talento como jugador -por una cuestión generacional- no pude verlo; si leí y me contaste tus historias repletas de hazañas futboleras en las Sierras, sentado por horas o apoyado en tus bastones en el negocio de Mily y Oscar que tanto te han mimado.
Vestiste con orgullo y pasión la casaca “Francesa”, esa de tela de piqué, que supo muy bien confeccionar la Sra Suppes, para lograr ese tricampeonato en la recordada Liga de las Sierras. No hubo equipo que pudiese igualarlos, entre los años 62 al 67, hicieron historia en esas canchas duras de Pringles, Divisorio, Saldungaray, Tornquist y Saavedra.
Perforaste barreras con tu patada y cabeceaste más alto que ninguno y a pesar de ser defensor fuiste leal y nunca expulsado según las estadísticas de la época que bien supiste atesorar para posteriormente escribirlas en tus memorias.
Referente del primer equipo durante la época dorada del Club junto a tantos otros, comandados por el “encargado” de la Estancia Julianas un tal Fages que había llegado de Necochea y -Renee Grancetti y Dante Alessandrini- habían convencido en el taller (donde hoy funciona la sucursal del Bapro) que tenía que dirigir al Club.
Anécdotas de tu vida como deportista hay miles, vestiste varias casacas de Clubes de la zona, donde dejaste tu impronta de bien.
Gracias Vasco, gracias Héctor Orlando Gasparín.
Cuando cumplamos tu sueño de tener un museo propio en el CAV para atesorar trofeos, fotos y relatos escritos, seguramente en él tendrás un rincón muy especial. El de la memoria. El de un tipo que como jugador y persona ha escrito una parte importante de la historia del Club Atlético Ventana.
Abrazo de gol.
Carlos M. Dana