La historia de los «canillitas« comenzó en el siglo XIX, más precisamente en enero de 1868, cuando el abogado Manuel Bilbao y José Alejandro Bernheim fundaron, en la ciudad de Buenos Aires, el diario La República.
Se les ocurrió entonces que la venta de ejemplares, que hasta ese momento se conseguía por suscripción o se compraba en la imprenta, podía ser a través de algún chico que se parara en esquinas estratégicas de la ciudad y los vendiera a quien lo solicitara, como era costumbre en Nueva York y otras ciudades del mundo. El costo de pagarle al diariero era menor al del correo y la gente podía tener el ejemplar en el momento, sin esperarlo en su casa o sin la necesidad de ir a la imprenta.
A partir de aquel enero, la gente comenzó a escuchar pregoneros en las esquinas al grito de «¡La República, a un peso!». Con el tiempo, esos gritos se convirtieron en sonido primordial de la sinfonía de la ciudad. La novedosa táctica se hizo famosa y pronto comenzó a usarse en todas las ciudades.
En 1875, siete años después de que los diarieros comenzaran a ser parte habitual del paisaje de las ciudades, el 17 de enero, en Montevideo nació Florencio Sánchez.
A los 16 años, el joven Florencio inició una carrera prominente dentro del periodismo que lo llevó a buscar nuevos rumbos en la Argentina. En 1892 se instaló en La Plata, ciudad en la que comenzó a escribir obras de teatro. Diez años después, en 1902, se mudó a la ciudad de Rosario para trabajar como redactor en el diario La República. No el diario de Bilbao y Bernheim, sino uno fundado por Lisandro de la Torre.
Paralelamente a su carrera periodística, Florencio Sánchez escribía obras teatrales. Una de ellas, de tan sólo un acto con tres cuadros, trataba sobre la vida de un joven abandonado por sus padres, que se ganaba la vida vendiendo diarios. La obra estaba terminada y no tenía título. Uno de los jóvenes vendedores de diario, que habitualmente veía en una de las esquinas de Rosario, tenía piernas muy flaquitas. Entonces, a raíz de este muchacho decidió llamar a su obra Canillita. ¿Por qué?
Canillita proviene del latín, canella, diminutivo de canna, que quiere decir caña. En lunfardo se le dice canilla al hueso largo de las piernas o de los brazos. Por eso, a las piernas flaquitas se les decía canillas o canillitas.
El mismo año en que escribió Canillita, 1903, Florencio Sánchez tuvo un gran éxito con su obra M´hijo el dotor. Jerónimo Podestá, actor y empresario teatral, le propuso al escritor y periodista que estrenara aquella obra en Buenos Aires.
Como no era habitual la participación de niños en los escenarios, Blanca Podestá fue la seleccionada para interpretar al canillita. Fue tal el éxito de la obra, que la compañía decidió ofrecer una función gratuita sólo para diarieros.
El 7 de noviembre de 1910, el prolífico dramaturgo Florencio Sánchez falleció a los 35 años de una neumonía. En 1947, 37 años después de su muerte, se instauró que aquella fecha se celebrara el Día del Canillita, en honor al hombre que inmortalizó su figura a través de la palabra.
Durante este día, es tradición que los canillitas no trabajen, y la gente se acostumbra a que los diarios no lleguen a sus casas.
Fuente: lanacion.com.ar